Lamentablemente, nuestra profesión no es aún lo suficientemente valorada: está muy extendida la creencia que cualquiera puede “guiar”… “basta con aprender el speech de memoria, repetirlo y ya está”… como si fuera una fórmula infalible.
El brindar información sobre un determinado patrimonio implica mucho más que apegarse a un speech pre-establecido: el guía de turismo desempeña su rol revelando distintas dimensiones de los aspectos tangibles e intangibles, actuando como nexo cultural entre el patrimonio y el turista; y para ello, adapta el mensaje de acuerdo a las características y necesidades del grupo, utiliza distintos canales de comunicación (permitiendo siempre el “feed-back”) y su tarea radica en informar, decodificar, develar, interpretar, transmitir, pero por sobre todo, hacer vivenciar…
Para desarrollar todo esto, la formación académica nos da las técnicas y las herramientas necesarias, pero también hay mucho de vocación, de intuición y de amor por la profesión elegida… Ya que en el proceso de transmitir información, uno pone todo de sí, y comunica con lo gestual, lo corporal, los tonos de voz, los acentos y los silencios.
El saber “leer” a un grupo, lo da la práctica, y en base a la “lectura” que hagamos del mismo, detectaremos características, peculiaridades, intereses y necesidades que determinarán las estrategias pedagógicas con las que desarrollaremos el speech, para lograr una comunicación efectiva.
Desde esta perspectiva, cuando realizamos una visita guiada no estamos “repitiendo”, estamos atendiendo un montón de factores a los cuales adaptamos nuestra respuesta, buscando siempre la efectividad en la tarea y la satisfacción del pasajero. Y a pesar de la aparente complejidad, el arte de guiar es manejar la conjunción de elementos con maestría. En eso radica el profesionalismo; y por eso, el desempeño del guía de turismo es tan fascinante.
El brindar información sobre un determinado patrimonio implica mucho más que apegarse a un speech pre-establecido: el guía de turismo desempeña su rol revelando distintas dimensiones de los aspectos tangibles e intangibles, actuando como nexo cultural entre el patrimonio y el turista; y para ello, adapta el mensaje de acuerdo a las características y necesidades del grupo, utiliza distintos canales de comunicación (permitiendo siempre el “feed-back”) y su tarea radica en informar, decodificar, develar, interpretar, transmitir, pero por sobre todo, hacer vivenciar…
Para desarrollar todo esto, la formación académica nos da las técnicas y las herramientas necesarias, pero también hay mucho de vocación, de intuición y de amor por la profesión elegida… Ya que en el proceso de transmitir información, uno pone todo de sí, y comunica con lo gestual, lo corporal, los tonos de voz, los acentos y los silencios.
El saber “leer” a un grupo, lo da la práctica, y en base a la “lectura” que hagamos del mismo, detectaremos características, peculiaridades, intereses y necesidades que determinarán las estrategias pedagógicas con las que desarrollaremos el speech, para lograr una comunicación efectiva.
Desde esta perspectiva, cuando realizamos una visita guiada no estamos “repitiendo”, estamos atendiendo un montón de factores a los cuales adaptamos nuestra respuesta, buscando siempre la efectividad en la tarea y la satisfacción del pasajero. Y a pesar de la aparente complejidad, el arte de guiar es manejar la conjunción de elementos con maestría. En eso radica el profesionalismo; y por eso, el desempeño del guía de turismo es tan fascinante.
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