jueves, 15 de enero de 2015

LOS PUENTES, UNA ESTRUCTURA BIEN PORTEÑA

Algunos puentes tenemos y no por capricho. Los hay desde los exclusivamente funcionales, que cruzan aguas, vías, calles o avenidas a los que a su función primaria le agregan un toque romántico, como el puente en estilo helénico del Rosedal de Palermo o el de la Mujer en Puerto Madero, del ya célebre ingeniero y arquitecto valenciano Santiago Calatrava, hasta los que salen en tapas de revistas, como el viejo levadizo ferroviario sobre el Riachuelo que eligió Serrat para salir en tapa de la penúltima revista Viva.


De los pocos que cruzan accidentes geográficos, el Puente Alsina sobre el Riachuelo es el de arquitectura más pregnante. Tiene una fachada neocolonial y por detrás toda una ferretería para salvar el curso de agua.

La otra pieza destacable sobre estas aguas es la del puente Transbordador Nicolás Avellaneda, una rara avis que trasladaba en su plataforma peatones, carros, vehículos y tranvías. Además esta imponente estructura de hierro fue declarada “Monumento Histórico Nacional” y tiene la cucarda de ser uno de pocas de su tipo en el mundo.

Los puentes ferrocarrileros tienen su encanto. A menudo los vemos retratados como escenario de fondo para producciones de modas. Vienen con esa mezcla de hierros y ladrillo visto heredera de las obras industriales de fines de siglo XIX. Están los que cruzan trenes por encima de calles y de vías. Los que cruzan autos. Y otros de menor escala que te cruzan las vías. 
Se puede destacar el de los Bosques de Palermo, al lado de lo que era Villa Cariño y más recientemente el Guindado, con esos robustos arcos de hierro sobre bases macizas de ladrillo. También el que cruza las vías del Roca a la altura de la calle Ituzaingó. Está más oculto pero tiene además una interesante perspectiva de los hangares de Constitución. Otro es uno peatonal en el barrio de Almagro, que cruza por encima de la parrilla de vías del Sarmiento y une Sánchez de Bustamante con la avenida Díaz Vélez.
El puente de la Juan B. Justo fue en su momento todo un grito innovador. Lo proyectó el estudio de Mario Roberto Alvarez. Lo sorprendente era que estaba iluminado por unos artefactos que oficiaban tanto de luminaria como de guardarrail. Su encanto duró poco, ganó su función guardarrail y las luminarias, frecuentemente dañadas por los paragolpes de los autos, fueron reemplazadas por faroles más convencionales.

Parece mentira, pero hay puentes para todos los gustos. Si hay hasta unos atirantados especiales para aerobistas como el que cruza la Avenida Dorrego a la altura de Figueroa Alcorta o el que atraviesa el Dique 3 de Puerto Madero, del arquitecto e ingeniero español Calatrava. O para legistas, el estilizado y sintético puente peatonal diseñado por César Janello que cruza del Museo de Bellas Artes a la Facultad de Derecho por sobre la Avenida Figueroa Alcorta.

Los más recientes son los naranjas de la avenida General Paz que en total serán siete y servirán para mejorar la conexión vial entre el Partido de San Martín y los barrios de Villa Pueyrredón y Villa Devoto. 

POR BERTO GONZÁLEZ MONTANER – Editor General Clarín ARQ
Fuente: Clarín Arq