Un estudio sobre grandes metrópolis destaca la importancia del turismo y la cultura en el diseño de la identidad urbanística, económica y social.
Cómo lograr que la imagen especular de una ciudad se transforme en tarjeta postal creíble?
Con mayor o menor éxito las principales ciudades del mundo han tejido estrategias para intentar llegar al objetivo planteado de convertirse en un escenario amigable y placentero, no sólo para los turistas, sino también para quienes allí habitan.
De este modo los valores culturales se ponen bajo la lupa cuando se evalúa el potencial de una ciudad. Hoy se vive un renacer político y económico de las ciudades, que incluye su dimensión internacional que hasta hace poco se reservaban los Estados nacionales, dice Ana Correa en Ciudades, turismo y cultura (La Crujía), libro surgido de su tesis de maestría en Relaciones Internacionales de FLACSO y la Universidad de Barcelona.
Para llegar al cruce de ciudad y turismo es necesario comprender las lógicas de transformación que atravesaron la mayoría de las urbes mundiales. Correa revisa el desarrollo conceptual sobre las ciudades que comenzó a ocupar un espacio fundamental en la academia mucho más allá de los estrados urbanísticos. Uno de los aportes fundamentales es precisamente el de la pensadora holandesa Saskia Sassen que publicaba en la década de 1990 un libro pionero en este terreno: La ciudad global.
También se sumaron ideas y propuestas de Néstor García Canclini que ha trabajado la ciudad en sus extremos, la ciudad latinoamericana y sus expresiones culturales, Manuel Castells, Paul Virilio o Micke Davis, entre muchos otros.
Así, Correa explica cómo la internacionalización ha sido un proceso desigual donde las nociones de centro y periferia remiten a las ciudades, en un orden mundial reestructurado donde el centro incluiría a las ciudades más o menos globales, fuertemente integradas en red.
Una de las situaciones derivadas de la globalización es que las sociedades empiezan a sufrir las consecuencias de excesos y decisiones que no las tienen como protagonistas, y a hacer uso de instrumentos locales en el campo económico, el medioambiente y la cultura, para protegerse de los efectos no deseados de la globalización. La oferta y la demanda del turismo se mueven de acuerdo con la identificación de segmentos de turistas potenciales y el desarrollo y la comercialización de productos y servicios a públicos que comparten características, aptitudes, comportamiento e intereses en el mundo globalizado; es decir "se piensa a escala mundial y se actúa a escala local".
El turismo había sido siempre una rama, un sector, pero nunca había sido admitido como materia de estudio en la academia.
Pero en los últimos años comenzó a ser tenido en cuenta por sociólogos, antropólogos, economistas y también especialistas en relaciones internacionales. Las cifras que suelen ser tomadas para estudiar los movimientos migratorios comenzaron a ser anotadas para el análisis del dinamismo turístico. Por otro lado, la era global trae mayor cantidad de personas que deciden emprender un viaje. Del sol y la playa y las montañas, la oferta turística se amplió muchísimo, hasta llegar a la posibilidad del turismo cultural, pasando por turismo aventura, exótico, de negocios...
Ecología, aventura y cultura se constituyen en los tres ejes novedosos del turismo actual. Ana Correa destaca que el turismo cultural es actualmente un segmento turístico en expansión, que contribuye a la recuperación patrimonial, cultural y en muchas ocasiones también económica de los lugares en los que se lleva a cabo. Pero no deja de advertir que sería un tanto ingenuo pensar que el turismo cultural por sí solo puede influir en el desarrollo económico, es necesario tomar en consideración el contexto social e histórico de las localidades, para evitar que se reproduzcan en el consumo del turista cultural los factores que impiden el desarrollo armonioso de la ciudad o regiones. "Es decir, si la oferta cultural está determinada y seleccionada por inversores ajenos a la realidad local, la misma se tornará tan artificial como carente de eficacia para la integración social".
Para la investigadora es en Gran Bretaña donde surgen ejemplos de ciudades que alientan el turismo y los servicios relacionados como plataforma básica para su estrategia de desarrollo. En su libro cuenta que los centros industriales, almacenes e hilanderías de lana de los siglos XVIII y XIX se convirtieron en museos o en otro tipo de construcciones para atraer el turismo. Los casos más claros son Bradford y Glasgow. Otro ejemplo es el de Bilbao, en España, que rehabilitó su casco viejo y de la ría, y construyó el novedoso museo Guggenheim. Y restan sobradas razones para hablar del desarrollo turístico cultural de una ciudad como Barcelona.
Mientras tanto, en la Argentina, a partir de la salida de la convertibilidad en 2002, la industria turística conoció sus mejores momentos en la historia al punto de ubicarse en el año 2005 en el tercer puesto en el ranking de exportaciones de bienes y servicios, y generó ingresos por 3.254,5 millones de dólares. Entre el 7 y 8% del empleo total de la Argentina está vinculado a actividades ligadas al turismo. La autora señala el claro déficit en la articulación de las políticas nacionales, locales y la interacción entre el sector público y privado que se observaba en la ausencia de un ente o consorcio mixto dedicado al turismo y a su promoción. La Ciudad de Buenos Aires lo había anunciado en 2004, se concretó en 2007 pero nunca se continuó.
Correa también subraya la carencia en Buenos Aires de una marca que pueda ser reconocida internacionalmente como consecuencia de las pujas políticas que no lo logran continuar las políticas estatales en este punto, como en muchos otros.
Y concluye: "Existen iniciativas que han sido anunciadas pero parecen lejos de concretarse, como la creación de la Ciudad de la Música en el barrio de la Boca y la construcción de un centro de convenciones en la zona sur. Seguramente la viabilidad de estos proyectos estará directamente relacionada con su inclusión o no en una planificación más general, que además involucre al sector privado y a las organizaciones culturales y sociales."
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