jueves, 3 de enero de 2013

HISTORIAS DE LA CIUDAD: LAS ESQUINAS SIN OCHAVA

El 14 de diciembre de 1821, Bernardino Rivadavia, Ministro del gobernador Martín Rodríguez, decretó que las construcciones porteñas debían ceder un triángulo de su terreno para mejorar la visibilidad en los cruces de calles. Es decir, tuvieron que construir una ochava que los españoles llamaban chaflán y que para entonces era una moda bien europea.
En Buenos Aires, hay más de 20 esquinas sin ochava que resisten la modernización rivadaviana.
Aristas como la de los Altos de Elorriaga, en Alsina y Defensa, o la de Chacabuco e Hipólito Yrigoyen, también la esquina de “Independencia” y Salta que no tiene ochava, ni la de Salta y Estados Unidos. Estas dos últimas son de la Casa de Ejercicios Espirituales desde 1795. Otra esquina, la de El Viejo Almacén, en Independencia y Balcarce, tampoco está ochavada, todas son símbolos de una batalla perdida contra el progreso hace casi 200 años.
Rivadavia, que en ese momento era ministro del gobernador Martín Rodríguez, sabía que los chanfles podían evitar choques, pero lo que realmente le preocupaba eran “los atracos frecuentes en las esquinas sin ochavas, en las que el asaltante aparece de sorpresa”.

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