Los orígenes de la práctica del polo se remontarían
a Persia alrededor del siglo VI a.C. donde las unidades de caballería
entrenaban buenos jinetes jugando este deporte. El polo es el más antiguo
deporte en equipo de la historia. Considerado como el más noble de los
pasatiempos para los reyes y emperadores se dio a conocer a través de las
tierras como "el juego de los reyes"
y se mantuvo durante más de 20 siglos como uno de los pasatiempos
favoritos de los gobernantes de Asia.
El polo llegó a Occidente a través de Manipur, un
Estado en el nordeste de la India. De acuerdo a registros históricos, un
representante del gobierno británico que se estableció en Manipur en el Siglo
XIX escribió una reseña del deporte, lo cual contribuyó a su difusión. De esta
manera, el polo se introdujo en Inglaterra en 1869 y se importó a los Estados
Unidos en 1876.
Es así que este deporte arribó a Argentina de la
mano de los ingleses que se instalaron en la provincia de Santa Fe. Lo que sorprendía
a los ingleses era el descomunal dominio del caballo que tenían los criollos en
nuestro país. Al polo de los ingleses, estos paisanos le aplicaron las reglas
del juego del pato, con la ventaja de manejar el caballo con una sola mano. Esa
era la pasión del gaucho, del hombre de campo, jinetes inigualables, para
quienes el caballo no tenía ningún secreto.
En nuestro país, según los registros, el primer
partido oficial de Polo se jugó en la estancia Negrete de David Shennan, en
Ranchos, provincia de Buenos Aires, el 30 de agosto de 1857, donde se
enfrentaron los equipos de Campo y Ciudad.
Argentina se caracterizó desde el comienzo por una
apasionada práctica de Polo, por tener una raza de caballos especial para este
deporte, y actualmente también porque los únicos polistas con 10 goles de
handicap en el mundo son argentinos.