Un 24 de diciembre de 1828, el Barrio del Alto se iluminó con un suave resplandor que asombró al vecindario. La gente se fue acercando en grupos a la casa de Miguel Hines, desde cuya sala con los ventanales abiertos un abedul tachonado de pequeñas candelas irradiaba las sorprendentes luces. De las ramas del abedul pendían muñecas, trompos, soldaditos y cornetas. A sus pies abundaban los caramelos, turrones y chocolates. Fue el “primer árbol de Navidad de Buenos Aires”, nos cuenta Pastor Obligado en sus Tradiciones Argentinas.
Miguel Hines, que había nacido en Dublín en 1789 como fruto de un amor clandestino, recibió el apellido de su madre adoptiva, pero todo hace suponer que, en realidad, era hijo ilegítimo del disoluto príncipe Jorge de Inglaterra, quien en 1820 llegó al trono con el nombre de Jorge IV.
Miguel Hines, que había nacido en Dublín en 1789 como fruto de un amor clandestino, recibió el apellido de su madre adoptiva, pero todo hace suponer que, en realidad, era hijo ilegítimo del disoluto príncipe Jorge de Inglaterra, quien en 1820 llegó al trono con el nombre de Jorge IV.
Sin embargo, Miguel no quiso o no pudo hacer valer su parentesco y estando en Londres en 1806 presenció entusiasmado el paseo triunfal dado al tesoro saqueado a nuestro Virreinato, por lo que sin pensarlo mucho se enroló en la siguiente expedición que comandaría el general Whitelocke.
Vestido de rojo y empuñando el largo fusil con bayoneta triangular, desembarcó resuelto en estas costas. Pero sus hazañas militares no llegaron muy lejos porque en los primeros combates un balazo criollo lo derribó en la calle de la Piedad (hoy Bartolomé Mitre). El comerciante Jorge Terrada lo recogió y amparó en su casa. Una vez curado, el príncipe Miguel Hines ya nunca se alejó del Río de la Plata. Convertido en comerciante maderero, deambuló de una costa a otra, pues tenía casa en Buenos Aires y en Colonia del Sacramento, donde se casó con María González, quien le dio cinco hijas.
Vestido de rojo y empuñando el largo fusil con bayoneta triangular, desembarcó resuelto en estas costas. Pero sus hazañas militares no llegaron muy lejos porque en los primeros combates un balazo criollo lo derribó en la calle de la Piedad (hoy Bartolomé Mitre). El comerciante Jorge Terrada lo recogió y amparó en su casa. Una vez curado, el príncipe Miguel Hines ya nunca se alejó del Río de la Plata. Convertido en comerciante maderero, deambuló de una costa a otra, pues tenía casa en Buenos Aires y en Colonia del Sacramento, donde se casó con María González, quien le dio cinco hijas.
En esa misma ciudad, años más tarde, murió asesinado por razones políticas, dejándo además de su descendencia la tradición del Arbol de Navidad, que por ese tiempo aún no había arraigado ni en Francia ni en España pero sí en Inglaterra, a donde había sido llevada en 1761 por una princesa alemana.
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