viernes, 23 de octubre de 2009

¿Qué Guías te guían...?

A todo viajero algún día le toca uno. Un directivo del sector revela las claves de esta actividad.
Forman parte de los viajes y, por cierto, muchas veces quedamos en sus manos.

Todo indicaría que la profesión de guía de turismo ya está consolidada en la Argentina. Cinco mil estudiantes se preparan en más de cien institutos oficiales y privados. Sólo en Buenos Aires existen doce instituciones que dictan la carrera. El gobierno porteño reglamentó la profesión en 2008 y ya hay 1.500 guías registrados. Este es el panorama que pinta la Asociación de Guías de Turismo de la ciudad de Buenos Aires (http://www.clarin.com/redirect.html?url=http://www.aguitba.blogspot.com) nacida en 1971 con 40 socios.Recreada en 1992, la AGUITBA que hoy preside Mario Menéndez está asociada a la World Federation of Tourist Guide Associations. En palabras de Menéndez, "la necesidad de formar guías profesionales viene del Mundial de 1978 y la evolución que hubo desde entonces en la hotelería, el transporte y la difusión mundial del destino Argentina. La caída de la Convertibilidad en 2001 nos puso otra vez en el mapa, pero ahora es necesario especializarse, ahí está el mejor futuro".
-¿Cómo es un día promedio?
-Hay que tener buen resto físico y mucha paciencia. Arranco a la madrugada para ir a buscar el grupo que llega en el vuelo del día. Los llevo al hotel y luego puedo guiar un city tour, una escapada al Tigre, un show de tango a la noche. Para el turista sos la familia, el profesional capaz de resolver los malentendidos y las pérdidas inesperadas. El buen guía tiene que lograr ese vínculo de confianza en el primer día.
-¿Se puede vivir del oficio?
-Es una profesión independiente, pero mucho depende de las conexiones sociales. El sueldo promedio ronda los cuatro mil pesos mensuales, depende de la especialidad. Se gana bien como guía de montaña, también si sos un experto en ornitología.
-¿Qué le contesta a quienes dicen que la imagen social de los guías está afectada por cuestiones como las comisiones y la presión a los turistas por propinas, o para comprar en ciertos comercios?
-Es que sobran los guías profesionales pero no hay quien les pague. Ocurre que algunas agencias no contratan un guía sino un amigo del dueño. Se trabaja mucho "en negro" para evadir impuestos. En la AGUITBA sostenemos que ni las propinas ni las comisiones deben incluirse como ganancias del guía. Deberíamos cobrar de la agencia. Hay un listado de honorarios que sugerimos, algunas agencias lo respetan, otras no.
-¿Pero cuál es la situación real?
-Un guía con dominio de idiomas debería cobrar 60 pesos por hora. En un ómnibus que lleva 40 pasajeros en un city tour, cobramos 6 pesos por pasajero, o sea, un total de 240 pesos. La ley de guías profesionales prohíbe inducir a los turistas a comprar en un comercio, cualquiera sea. En la realidad laboral, a veces pasa que la agencia que te contrata te pide que vendas opcionales a los turistas: un show de tango, una fiesta gaucha en una estancia.
-¿Cuál es el cupo ideal para un grupo turístico?, ¿se respeta?
-Es imposible trabajar con más de cuarenta personas, muchos no oyen o se distraen. Veinte es el número ideal, pero lamentablemente no se respeta. Lo ideal es trabajar en grupos chicos y con los mismos intereses: por ejemplo, un grupo de ornitólogos o de tangueros. Lo real es que abundan más los grupos heterogéneos, con personas de distintos países e intereses.
-¿Y ustedes no se aburren?
-No, porque el guía moderno ya no recita un casete con información. El arte de guiar consiste en hacer comprensible para otros el alma de un sitio, su geografía, su historia, su patrimonio cultural. La práctica te enseña a "leer" un grupo y captar sus inquietudes, los turistas te toman examen y tenés que saber de todo un poco, desde la receta de las empanadas hasta la biografía de Borges y de Evita, sin olvidar temas de historia, arquitectura y sociología. Los guías somos la cara visible del país y no solamente de la agencia que nos contrata. Guiar es una vocación, tenés que amar lo que hacés, no hay otro secreto.

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